“ENSEÑAR AL ALUMNO A PENSAR Y A TENER LA VOLUNTAD DE APRENDER”

Por: Mrs. Gabriela Ruiz Carreón.

Nos preguntamos ¿por qué debemos enseñar a pensar? ¡Hay que enseñar a pensar para que nuestros niños aprendan! Es obvio que todos los seres humanos pensamos. Ejercitamos nuestras habilidades intelectuales como comparar, clasificar, ordenar, inferir, etc. Detrás de cada una de estas acciones hay un pensamiento rector. Sin embargo es necesario enseñar a pensar con mayor eficacia y eficiencia, es decir, de forma creativa y crítica.

Es un reto para los docentes enseñar a pensar y aprender, es necesario para ello una motivación basada en el “deseo de…”, lograr que el alumno tenga la “voluntad para…”. Constantemente escuchamos que “a los alumnos no les interesa la escuela” o “no puedo lograr que atiendan”, esto nos hace tomar conciencia de que motivar a los estudiantes es una labor que los docentes perciben como ardua.

Alonso Tapia (1991) afirma que querer aprender y saber pensar son las condiciones personales básicas que permiten la adquisición de nuevos conocimientos y la aplicación de lo aprendido de forma efectiva cuando se necesita.

Pero ¿cómo podemos estimular la voluntad de aprender? Es a través de la motivación que vamos a lograr un aprendizaje significativo. La motivación se centrará en inducir motivos en los alumnos en lo que respecta a sus aprendizajes y comportamientos para que estos los apliquen de manera voluntaria en sus trabajos de clase, dándole significado a las tareas escolares, desarrollando un gusto por la actividad escolar y comprendiendo su utilidad personal y social.

Sería ideal que la atención, el esfuerzo y el pensamiento de los alumnos estuvieran guiados por el deseo de comprender, elaborar e integrar significativamente la información, pero sabemos que esto no siempre es así.  Es por ello que el docente debe conocer las metas que persiguen sus alumnos. La meta es lo que cada uno desea alcanzar, hacia donde quiere estar y de esta manera desarrollar en ellos el gusto y el hábito de estudio independiente. Lograr que la motivación de los niños y jóvenes se enfoque en lo placentero que resulta adquirir conocimientos válidos que les permitan explicar y actuar en el mundo en que viven.